Francamente, Madryn

Como cada año, ballenas y turistas acuden a un encuentro infalible frente a las playas patagónicas

Pierre Dumas
Para LA NACION

El juego de palabra es obvio: no se puede hacer la vista gorda con las ballenas en Madryn. Para conocerlas no hace falta trasladarse demasiado; se las ve y se las escucha incluso desde el paseo costero en pleno centro de la ciudad. Qué sorpresa se deben haber llevado los pioneros galeses cuando las descubrieron desde las cuevas donde pasaron su primer invierno en la Patagonia.

Los tiempos cambiaron, pero el asombro sigue siendo el mismo cuando se las observa desde el muelle, las playas o una embarcación. No hay duda de que las ballenas son las reinas de Puerto Madryn, el mejor lugar del mundo para avistarlas.

Sin embargo, la historia no fue siempre así. Hasta la década del 80, este puerto sobre el Golfo Nuevo todavía era un punto distante en los mapas, más conocido por la fábrica de Aluar que por sus encantos naturales y su fauna marina. La presencia de las ballenas era un dato que no se había difundido más allá de quienes tenían familiares en la región y habían enfrentado con valentía las crudezas del invierno patagónico para ir a visitarlos. Volvían con lo impensable e impensado: haber visto ballenas muy cerca de la costa.

Con los años, el secreto dejó de serlo y llegó cada vez a más gente, mientras se gestaban propuestas para el turismo de invierno y se armaban las primeras salidas de avistamiento embarcado desde Puerto Pirámides, en Península Valdés. Las ballenas de Madryn saltaron en las primeras planas de todo el mundo en 1995, con la visita de la princesa Diana de Gales a ese rincón de la Patagonia adonde habían emigrado colonos galeses: su avistamiento, aún hoy muy recordado, tuvo repercusión en la prensa global. Jorge Schmidt, el pionero de estas salidas, fue quien llevo a la noble comitiva en sus botes. Recuerda: "Con Lady Di vinieron 240 periodistas de todo el mundo, y salimos en tapas de revistas y diarios de todo el planeta".

Hoy, las ballenas son un clásico del invierno. Cada año aumentan las poblaciones: la de las ballenas, por un lado, y la de los turistas que vienen a verlas, por otro. Schmidt cuenta que el avistamiento es "una de las pocas actividades para la cual podemos asegurar casi ciento por ciento de éxito. En cada salida se ven ballenas. Y no una, sino muchas. Además, de muy cerca".

Un éxito asegurado también desde El Doradillo, un área protegida municipal que se encuentra a menos de veinte kilómetros del centro mismo de Madryn. Allí, una ancha playa de canto rodado forma una bahía en semicírculo de trazado perfecto. En este paisaje de alba del mundo, cuando el sol de la mañana salpica las olas con reflejos de luz, las ballenas pasan y vuelven a pasar de una punta a otra de la playa con sus ballenatos nadando cerca. ¿Serán sus paseos de avistamiento de humanos?

¿En la costa o embarcado?

El viento y el silencio de la bahía amplifican el sonido de su respiración y parecen entonces más próximas aún. Así que la pregunta es: ¿avistamiento de costa o embarcado? Lo ideal es hacer ambos. Cada opción tiene sus encantos y sus partidarios. Por supuesto en Pirámides se recomienda una salida embarcada, mientras algunos vecinos de Madryn prefieren verlas desde El Doradillo. Pero todos coinciden que cada año, de una forma u otra, se ve una cantidad cada vez mayor de ballenas.

Jorge Schmidt estima: "Tenemos este año un 8% más. Y no es sólo la cantidad que está en aumento, sino el largo de la temporada. Vi la última de la temporada 2010 el 9 de enero y la primera de 2011, el 23 de abril".

Oficialmente, de todos modos, los avistamientos embarcados parten desde las costas de Madryn entre principios de junio y mediados de diciembre.

En cuanto a los turistas, se ven todo el año. En verano vienen para el buceo, las playas, los pingüinos, la Península Valdés y tantas otras cosas que la ciudad y su región tienen para mostrar. En invierno, la lista de propuestas también da para pasar varios días con actividades siempre distintas y siempre nuevas.

En la ciudad misma vale la pena dar una vuelta por los museos. El más tradicional es el Oceanográfico, en uno los chalets históricos del centro y uno de los mejores puntos de partida para conocer la región, su fauna y flora.

El Ecocentro, por su parte, es de concepción moderna y funciona más como centro interpretativo que como museo tradicional, con actividades, charlas y exposiciones. Entre los dos ofrecen muchos conocimientos para disfrutar mejor de las visitas a Península Valdés y los avistamientos de ballenas.

Durante julio y agosto habrá, además, otros motivos para quedarse en el centro después de visitar toda la comarca, desde Trelew hasta Punta Delgada. Por el cuarto año se realiza el circuito gastronómico Madryn al Plato, cuyo epicentro será la semana del 26 al 30 del actual, con la participación de los chefs Dolly Irigoyen, Takehiro Ohno y Ezequiel Gallardo.

Gracias a esta iniciativa, Madryn se está forjando una reputación de destino gastronómico, y puede mostrar con platos creados especialmente durante esta semana los productos de su región (para probar cordero patagónico, pescados y mariscos en todas sus variantes).

Otra de las operaciones que tuvieron éxito en las temporadas anteriores y que se repite este invierno es la Cuponera de Beneficios, que se entrega en la terminal de ómnibus y en la Secretaría de Turismo, con descuentos en alojamientos, restaurantes y actividades turísticas.

DATOS ÚTILES

Cómo llegar

Aerolíneas Argentinas y LAN vuelan a Trelew, mientras la línea Andes llega a Puerto Madryn. A partir de mayo agregó, además, un vuelo desde Córdoba ( www.andesonline.com ).

Avistamiento de ballenas

Duran una hora y media, aproximadamente. Durante las vacaciones de invierno es recomendable reservar, ya que hay un cupo limitado de salidas cada día. Seis operadores proponen estas excursiones desde Puerto Pirámides, entre ellos, Jorge Schmidt, de Punta Ballena, uno de los pioneros en avistamiento.

Algunos precios

Precios sugeridos para esta temporada: alojamiento (en base doble), desde $ 650 un hotel 5 estrellas hasta 110 en uno de una estrella. Desde 250 para un apart hotel. Menú turístico, de 40 a 55 pesos. Excursiones de día entero: 180 por persona. De medio día: 80. Avistamiento de ballenas: 220 por persona.

Fuente: La Nacion

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