La playa
¡Cómo disfrutábamos en la infancia la playa de Madryn, aun con viento y aguavivas! En invierno era el escenario de portentosas carreras de autitos de plástico, a los que rellenábamos con masilla y plomo (obtenido, casi siempre, en el Tiro Federal). En verano era escenario de competencias de natación y excursiones en los botes del Club Náutico, unos artilugios cuadrados que construía casi en serie míster Jensen, el encargado del Club, un danés que había navegado todos los mares como cocinero de un barco. Hacia fines de los 50 llegó al pueblo Jules Rossi, un ex-oficial de la armada francesa, pionero del buceo autónomo en la II Guerra Mundial, si no me equivoco, del grupo de Cousteau, y la fiebre del buceo se instaló definitivamente.
La gente del centro iba a la playa arenosa que se extiende desde el muelle (el viejo muelle de madera y fierro, para mí no hay otro) hacia el lado de Las Cuevas. Los de La Loma íbamos a la playa pedregosa que queda del otro lado, desde la Prefectura hacia el norte, y que continúa en la restinga que comenzaba, más o menos, por la casa de los Derbes (donde en aquella época vivía la gorda Haydée, cuyo parentesco con el viejo Derbes nunca tuve claro).
Bueno, basta de nostalgia y disfruten las fotos.
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Fecha: 07/03/09
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