Disculpen.
Hice lo que pude.
Pero si perdimos no es culpa mía. Salí a la costanera con mi remera del PIOLIN TRANSATLANTICO - un diario familiar que creamos con mis hijos marselleses y mis sobrinos bonaerenses- mi mate y mi termo. Había un Mistral bastante fuerte. El Mistral es un viento de acá que equivale al viento de oeste de la Patagonia. Puede ser tan macho como aquél. La única diferencia es que viene sin pasajeros. Me acuerdo que allá si uno no tenía sueño un día de viento, bastaba con encadenarse a un palenque y ponerse a contar las ovejas que pasaban volando. Alguien famoso dijo también que si uno quería visitar la Patagonia no valía la pena cansarse viajando. Que alcanzaba con esperar que pasara delante suyo un día de viento. Otra ventaja del Mistral es que cuando sopla, si uno puede levantar la cabeza sin que se le vuele, se ve el cielo azul. Me acuerdo que en Madryn lo único que se veía en días de viento era el marrón de la polvareda. Pero claro, ésas eran épocas de antes. Ahora todo debe haber cambiado. Capaz que hasta inventaron algo para sacarle el polvo y las ovejas al viento patagónico. Así que me puse a tomar mate delante del monumento a los caídos en Oriente. El oriente de acá no es el mismo que el de allá. Allá un oriental es un uruguayo. Acá un oriental es un tipo que nació entre el estrecho de Behring y las Canarias con la excepción de Europa y Africa negra. !Vaya uno a saber!. ?Por qué será oriental un marroquí que vive al oeste de Marsella y no lo será un etíope? Misterios de la geografía. En todo caso me apreció que el monumento de los muertos de Oriente era un excelente lugar para tomar mate con los criollos que habían llegado a Marsella para ver el partido. Esta a una cuadra y media de casa y todos los turistas pasan por ahí. Es una especie de estatua de la madre galesa pero más grande y en Marsella. Desde allí se abarca toda la rada de Marsella, y la isla del castillo de If. El del libro "El conde de Montecristo". Me pareció también que ya que no tenía plata para pagarme una entrada, lo menos que podía hacer era cebarle mate a los compatriotas que iban a alentar a mi equipo en las tribunas del estadio Vélodrome. Cada cual hace patria como puede, después de todo. De lejos vi una camiseta argentina. Ya levanté los brazos y el orgulloso propietario me respondió de la misma forma. Se llamaba Armando. Resulto ser patagón. De Ushuaia. Nacido en Jujuy. -!Cómo el Burrito Ortega! le dije. -!Séééé! Confieso que tengo una simpatía especial por Ortega. A pesar de lo del cabezazo. Considero que no se lo puedo reprochar, ya que se rompió todo durante toda la copa. Que si nos metieron un gol justo después, no es culpa suya. Bastaba con guardar la cabeza fría en defensa durante cinco minutos y hacer entrar a Gallardo. Pero bueno, en ese entonces todavía no sabíamos que nos iban a eliminar y estabamos convencidos de que Ortega iba a salvarnos. Así que nos pusimos a conversar. El mundo es chico. Armando termino siendo alumno de la ex-mujer alemana de mi viejo amigo Nemesio que vive en Ushuaia. Estaba todo emocionado. Quiso que le mandara un mensaje a esta mujer. Yo trate de convencerlo que no tenía nada que decirle, ya que no la conozco. Durante un momento pense que podría por ese intermedio tratar de convencerla de volver con Nemesio, pero me dije que la eficacia de semejante iniciativa era forzosamente escasa. Además, tampoco valía la pena que le mandara un mensaje a Nemesio, ya que con él nos comunicamos por e-mail. Pero para no frustrarlo demasiado le di mi dirección y mi teléfono y se fue caminando hacia el Stade Vélodrome. Igual tenia tiempo. Eran las diez de la mañana, el partido empezaba a las cuatro y media de la tarde y solo hay diez kilómetros de distancia entre el monumento a los muertos de Oriente y el estadio. Además el camino esta bordeado de playas en donde se doran al sol en monokini todas las marsellesas. Pobre Armando. Después de todo, los que se quedaron allá, todo lo que perdieron fue la ilusión. Los que nos quedamos acá también. Pero él perdió un montón de plata. Aunque ahora que lo pienso, no tanta. Ya que termino amortizando su viaje de otra forma. Durante nuestra conversación me dijo que ya en Jujuy de chico soñaba con visitar la torre Eiffel. Que no sabia por qué, pero que esa idea había marcado su existencia. Que cuando la había visto en París, en cierta forma una faceta de su destino se había cumplido para él. !Que suerte que tiene París de lograr hacer soñar los chicos hasta en Jujuy! Ahora que lo pienso, acá uno dice "Patagonia" o "Ushuaia" y mucha gente se pone a soñar. Debe haber habido gente que se puso a soñar con el Oriente, también. O que Marsella se llenaba de argentinos y que el Burrito les enchufaba dos a los holandeses. Chau Madryn, me voy a consolar a mi hija nacida en Francia porque perdió Argentina. Estos jóvenes de ahora son unos blandengues. No saben lo que es perder. Yo ya perdí cuando Rattín fue expulsado en Wembley. Cuando los Peruanos eliminaron al equipo de Daniel Willington, el mejor volante de la historia. Cuando Cruyjf y compañia nos golearon en Alemania. Cuando Maradona se hizo expulsar en España. Cuando los alemanes nos metieron ese penal en Italia. ¿Qué le hace una mancha más al tigre? Y eso que sólo cuento el fútbol. © 1998 MadrynCom
HASTA LA PROXIMA
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