1 2 P o e t a s C h u b u t e n s e s Por Sergio Pravaz especial para Nuestros Artistas
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JUAN CARLOS MOISES
(Poeta, narrador y dramaturgo - 1954)
"Me crié bastante salvaje, en la calle, en la chacra de mi abuela, en el
potrero. Tuve una infancia muy vital, no tenía apego a nada que se relacionara
con los libros". Este poeta nacido en Sarmiento es un notable conocedor del
silencio patagónico, de la densidad de sus distancias y de la grandeza que
esconden sus criaturas más pequeñas. Publicó tres libros de poesía:
"Poemas encontrados en un huevo" (1977); "Ese otro buen
poema" (1983) y "Querido mundo" (1988). Otros tres libros de
poemas y una novela aún permanecen inéditos. Actualmente dirige el grupo de
teatro "Los Comediosmediante", fundado en 1990 y con el que
representó a la provincia del Chubut en innumerables ocasiones por el país.
La determinación de su poética la podemos sintetizar en su mirada de
microscopio, de lo pequeño; el mundo real y concreto que existe frente a
nuestros ojos cuando lo observamos tirados en el piso, a ras de tierra.
"Esa cosa pequeñita que no necesita ni grandes palabras ni una gran
distancia para observar, es lo que me ha influído. Tal es así que todo lo que
he escrito se ha limitado al entorno cercano, que lo podemos medir en
metros". Toda una filosofía que se opone con dignidad a la visión
nerudiana de las alturas y la fastuosidad. Existe en la lírica de Moisés un
preciso trabajo de desarticular, desmontar, para luego rearmar las partes
ajustando palabras en una estructura linguística cuya visión es inmediata,
cercana, la aparentemente perecedera que no es tal. Las imágenes se vinculan
directamente al modo de relación que el poeta pretende y aspira con el mundo;
busca ese otro perfil, ese otro lado que destraba y permite el ingreso a un
micromundo que no está subalternizado, que es pleno según su propia
dimensión, según los ojos y el corazón que se posen sobre él. Es notable la
lírica del vate sarmientino; asume el riesgo de desechar las grandes palabras
para trabajar con las más pequeñas, las de apariencia más frágil, tal vez
las olvidadas. Ahí está su dote, su hallazgo.
ENCENDER LA NOCHE
Pongo llave a la puerta
y me asomo a la oscuridad de la ventana
para burlarme del frío de la noche.
Después me desvisto me acuesto
y apago las luces.
Con mis pies busco
los pies de mi mujer.
EL MUNDO
Las casas
recortadas contra el cielo
en el amanecer
el mundo dormido
encontrarlo así
quieto
inofensivo
¡parece mentira!
LENGUAJES
Nuestro hijo mayor casi un
año y medio se hace entender
mediante trabalenguas
y yo le respondo moviendo los brazos
como el flamenco en su canto amoroso
y el menor
apenas un
mes hoy quince de octubre asomándonos
lentamente al futuro
fija en sus ojos borrosos
nuestros gestos más o menos animalezcos
y graba o traduce
los sonidos que su madre y yo reproducimos
graznando al raz de la laguna.
HABLA DYLAN THOMAS
He peleado
no en una guerra
no contra una tal Pamela
o una tal Caitlin, mi mujer
y una familia grande y pobre
ni contra el fantasma de la cerveza
ni siquiera contra mis propios poemas
-algo más fuerte me presiguó
durante toda la vida-
contra Dylan Thomas he peleado
y he perdido
VUELO EN LA MAÑANA
Mi mujer quedó dormitando
tendida a lo largo de la cama
no asomé enseguida mis ojos afuera
para comprobar
si todo seguía en su lugar
otra vez los loros desordenaban
el amanecer
esos sonidos terminaron por atraparme
se escuchaban lejanos
el aire los traían y los dejaba
en mis oídos
y con ellos vinieron árboles
se instalaron en la cocina
en la intimidad de las sillas
treparon por la pared hasta el cielo raso
y recrearon un sueño
suspendido sobre mi
volé hasta una rama cuando el sol
comenzaba a cegar mis ojos
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