El que ha sido "minado" hasta el fondo, ve una mina de oro y llora
Cancún mostró que el Tercer Mundo no compra todas las promesas de Occidente. Ahora, una ciudad de Argentina se pregunta si los planes de una empresa minera de Canadá-EEUU serán finalmente los que los lleven al pozo.
Por NAOMI KLEIN
Publicado por The Globe and Mail © 2003 Bell Globemedia Publishing Inc.
Traducción no oficial
English version: "Once strip-mined, twice shy"
Solía ser que si había una cosa en la que se podía contar en cuestiones de comercio internacional, esa era la desesperación de los pobres. No importaba lo malo que fuera el negocio, siempre era mejor que nada. Pero de repente, los países pobres están estropeando las rondas de negocios, poniéndose de pie ante el Fondo Monetario Internacional y rechazando las inversiones extranjeras. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Es posible que cuando se ha perdido suficiente la desesperación se convierta en rebeldía?
Tomemos por ejemplo la gente de Esquel, una pequeña ciudad al sur de la Argentina. Hace un año, la empresa canadiense-estadounidense Meridian Gold Inc., compró la británica Brancote Holdings, que era dueña de un depósito de oro en Esquel estimado en mil millones de dólares.
El tiempo parecía ser el correcto para construir una enorme mina a cielo abierto: el oro se vendía caro y Argentina, con su economía devastada, se vendía barata. La empresa informó a la ciudad de Esquel que iba a ser la afortunada receptora de 400 empleos mineros. Cortó y pegó un estudio de impacto ambiental, aseguró a la comunidad de que el uso de 2.700 kilos de cianuro por día no era más riesgoso que manejar de casa al trabajo y se preparó para empezar a cavar.
Lo mismo hizo la comunidad. No por el oro, pero sí por información. Liquidar los recursos naturales y los servicios públicos a empresas multinacionales no ha funcionado bien para Argentina. Estas inversiones, lejos de traer la prometida prosperidad, han dejado al país con menos empleos, deudas vertiginosas, servicios caros y políticos sospechosamente más ricos. Cuando Meridian dice "confíen en nosotros", Esquel no pudo cumplir.
Esquel está ubicada en una parte muy llamativa de la Patagonia, rodeada de ríos con espectacular pesca con mosca, montañas que se vanaglorian de un esquí de clase mundial y el Parque Nacional Los Alerces. El sitio de la mina está apenas a 7 kilómetros de la ciudad con 32.000 habitantes, lo que genera serias preocupaciones sobre el impacto que el uso de cianuro y otros tóxicos puede tener sobre la provisión de agua así como para las industrias de turismo y ganadería. Tan pocos detalles proporcionó la compañía, que la comunidad buscó sus propios expertos en minería. Aprendió que la minería a cielo abierto empleando cianuro está prohibida en Montana; que cuando el cianuro se degrada empleando el proceso de "destrucción" propuesto, INCO, sigue conteniendo tóxicos y que los derrames son aún desastrosos.
Greenpeace Argentina ayudó a encargar un estudio independiente para evaluar lo planteado por el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) de Meridian. El Dr. Robert Moran, un experto estadounidense en minería sostiene que "este es el EIA más "indefinido" que yo haya visto en más de 30 años de experiencia hidrogeológica". Según el Dr. Moran, la información fue tan "nebulosa" que ciertamente no hubiera sido aceptable para las autoridad de países de Europa Occidental, EEUU o Canadá".
Advirtió que el cuestionamiento principal era el de la provisión de agua - el aumento de la adquisición de permisos para uso de agua conduciría a la suba de precios y a la escasez. Más allá de las preocupaciones sobre la salud y la ecología, muchos en Esquel creen simplemente que la mina es un nuevo mal negocio para Argentina.
Los opositores dicen que la empresa, cuya sede central está en Reno, Nevada, no pagará impuestos por los primeros 5 años (la duración propuesta del proyecto será solo de 9 años). También dicen que el gobierno pagará más en reembolsos por exportaciones de lo que recibirá en regalías mineras. Aún más preocupante es el hecho de que si llega a haber contaminación en el sitio luego del cierre de la mina, la comunidad deberá pagar por la limpieza. El 23 de marzo, la ciudad de Esquel realizó un plebiscito sobre la mina.75% de la población fue a votar; 81% votó "No" a la mina.
A pesar de que los resultados del plebiscito no son vinculantes, con la proximidad de las elecciones municipales y provinciales, son persuasivos. Los políticos locales no han otorgado los permisos que Meridian precisa para empezar la construcción y el proyecto está detenido. Meridian, tan tentada por su premio de mil millones de dólares, va a hacer todo lo posible para probar que aprendió de los errores pasados. Inmediatamente después del plebiscito contrató a la Business for Social Responsibility, con sede en San Francisco para "ayudar a la empresa a escuchar y comprender las preocupaciones de la comunidad". El mes pasado, Meridian publicó los hallazgos de BSR. El informe de BSR, rechazado por muchos en Esquel por ser sólo una maniobra de relaciones públicas, no analiza las sustantivas cuestiones ecológicas y económicas. Por el contrario, ataca a la empresa por su "llamativa falta de compromiso firme y amplio". Según el informe, aceptado por Meridian, sus empleados desplegaron una "actitud de indiferencia" hacia la comunidad y una "actitud defensiva y desmerecedora" de las preocupaciones, incluso directamente grosera. "La empresa era renuente a compartir información sobre el proyecto de la mina... en realidad, en algunos casos dificultó la obtención de información", dice el informe. Meridian aceptó los azotes y se comprometió a la trasparencia y a compartir la información en el futuro.
La empresa dice que sus actividades están "en pausa" y que no avanzará "sin el apoyo de la comunidad de Esquel". Los ejecutivos de Meridian suenan como adictos arrepentidos en un programa de recuperación.
Hablando suavemente, la Gerente de relaciones con los inversores, Deborah Liston me dijo que la empresa ha aprendido "una dolorosa lección... Es un tiempo calmo ahora". Su jefe, Peter Dougherty, vicepresidente, Jefe de finazas, también habla de "esperar a la comunidad" y dice que "a veces cuando hay peleas éstas definen quién eres realmente". Pero hay evidencias de que Meridian no ha cambiado por completo sus modos.
A pesar de los dichos de que el emprendimiento está "en pausa", Meridian ha silenciosamente registrado una nueva mina a apenas 4 kilómetros de la ciudad de Esquel, aún más cerca que la anterior. Y a pesar del discurso de total transparencia, la empresa puede estar escondiendo aún información clave a la gente. Meridian ha prometido desde hace tiempo producir un estudio de agua comprehensivo e independiente, crucial para la capacidad de la comunidad de evaluar los riesgos de la mina. Cinco meses pasada la fecha límite, Esquel aún espera. Asique me sorprendió cuando la Sra. Liston me dijo que había visto el estudio, que los resultados eran favorables a la empresa, pero que "no lo hemos publicado aún". No es el momento adecuado. En este momento ellos (los habitantes de Esquel) no quieren escuchar eso".
Cuando le pregunto al Sr. Dougherty sobre los comentarios de la Sra. Liston, el negó que la empresa estuviera interfiriendo con la publicación del informe, ya que eso "comprometería su independencia". Lo dijo él, no yo. Y ¿qué ocurre si después de escuchar y darse las manos la ciudad aún rechaza una mina de oro a cielo abierto? ¿Se irá Meridian de Esquel como la comunidad lo demanda, respetando los deseos democráticos de los ciudadanos? "Mire", dice el Sr. Dougherty, saliendo de las conversaciones new age, "estamos en esta Tierra y si no está creciendo vamos a tener que hacer minería en ella... Nuestro planeta se ha formado gracias a la habilidad del oro para formar imperios. El oro ha sido un factor estabilizante a lo largo del tiempo".
Es un recordatorio histórico apropiado. Meridian entró atropellando en Esquel como conquistadores de la era moderna, convencida de que la gente desesperada estaría agradecida por alimentar el imperio de algún otro. Pero la crisis económica no sólo puso a los argentinos más desesperados, también los hizo despabilar, estar más proclives a mirar las relucientes promesas pasadas de futura prosperidad y a proteger lo que les queda.
Después de todo, cuando un país entero ha sido minado hasta el fondo, uno tiende a sospechar de los salvadores con casco minero.
* Naomi Klein es la autora de "No-Logo" y "Fences and Windows".
Extraordinario informe."Nada de mina".Milmillones se pueden ganar con el turismo y el paisaje y la ganacia se quedan en el país.
Comentario de: oscar - Noviembre 12, 2003 10:05 AM