El día que Tambogrande movió al mundo
La noche del sábado 1 de junio de 2002 estuvo tranquila. Tambogrande vivía expectativa pero se mantenía en paz. El único lugar donde había tensión y premura era el Teatro Municipal de Tambogrande. Al anochecer de ese día, las últimas cajas habían llegado y sido depositadas. Cada caja contenía material con el que algunas horas después, el pueblo demostraría si deseaba o no un tajo abierto en pleno valle.
Por Ofelia Espinoza y Nelson Peñaherrera
Factortierra
Al día siguiente, Tambogrande amaneció inundada de gente que había llegado de todos los rincones del distrito (varios habían madrugado para asistir) y formado filas en ambas aceras de la avenida Ignacio Schaeffer, la principal de la ciudad.
Si bien el domingo es el día de mayor afluencia a la ciudad, pues muchos campesinos (casi las tres cuartas partes de la población distrital) llegan para realizar compras, ese 2 de junio de 2002 las calles se encontraron atestadas. Camiones trayendo poblaciones enteras aparcaron en la calle. Llegaron desde caseríos de donde una travesía común puede durar hasta cinco horas. Nadie los había obligado, llegaban entusiastas, nadie quería perderse este día. Se estima que siete por cada diez electores inscritos había asistido.
El entusiasmo se desbordó al terminar la jornada. La oposición a los proyectos mineros en la zona de Tambogrande fue arrolladora: nueve de cada diez votos válidos tenían el NO marcado. Victoria del pueblo.
Jamás un proceso de este tipo había sido tan perfecto. "Esta es una nueva experiencia, no sólo en el Perú, sino en el mundo", dijo la observadora Stéphanie Rousseau, de Rights & Democracy de Montreal, ya al anochecer. Tanto que hasta periodistas de varios países, Estados Unidos principalmente, llegaron hasta la ciudad para cubrir el proceso.
Los observadores no pudieron retirarse más que satisfechos. Sus informes, libres de toda emotividad, destacaron la concurrencia, el buen ánimo y la tranquilidad. La conmoción vendría después, pero al nivel del gobierno y la élite empresarial del país que ingresaron en una etapa de crisis-de-nervios acusando a Oxfam (no dijeron cuál Oxfam) de haber sido infiltrado por la banda terrorista Sendero Luminoso.
Aún no cabía en su cabeza, y sigue sin caber, cómo el 93 por ciento de las boletas desechaban el proyecto minero. A pesar de la pataleta del entonces presidente de Minera Manhattan, la junior del equipo de los ‘malos’, Roberto Obradovich, la pregunta fue simple: "¿Esta usted de acuerdo con el desarrollo de la actividad minera en las áreas urbana, de expansión urbana, agrícola y de expansión agrícola del distrito?" y a continuación SI y NO.
Pero ahí estaban los informes. El que tenga ojos, que lea; el que tenga entendimiento, que comprenda. La frase aquella de que Tambogrande es un caso paradigmático ya es casi un cliché, algo que en la práctica podría cuestionarse, pues tras la consulta, todo el mundo pareció quedarse mano sobre mano, y celebrar perennemente la victoria, mientras Minera Manhattan continuaba haciendo gestiones para poder desarrollar su proyecto con o sin consulta.
La misma Mesa Técnica, el pool de ONG´s e instituciones de la Iglesia Católica que asesora al Frente de Defensa de Tambogrande, reconoce que "nos dormimos" tras el triunfo del 2 de junio de 2002, olvidándose de capitalizar el triunfo y buscando presionar con el abrumador resultado a que el Gobierno cambie de parecer.
La administración de Alejandro Toledo había advertido que no reconocería los resultados así le favorecieran. El presidente de Manhattan Minerals, Lawrence Glaser, había declarado que para la empresa, los resultados sólo serían reconocidos "como una campaña de relaciones públicas".
Sea como fuere, allí estaban, y esto debió convertirse en la punta de lanza para luchar por el reconocimiento del resultado. La razón era simple, como lo señaló el anterior alcalde de Tambogrande, Alfredo Rengifo Navarrete: "no puedo entender cómo un gobierno que trata de restaurar la democracia puede ignorar el deseo de la gente".
Uno de los portavoces de Velarde dijo a Factortierra que el 29 de enero pasado, ingresaron un proyecto de ley que "determina la imposibilidad de desarrollar cualquier otro tipo de actividad económica que ponga en peligro el ecosistema del valle de San Lorenzo, y por ende la actividad agrícola de esta región, salvo que dicha actividad productiva sea aprobada mediante consulta popular" vigilada por el organismo correspondiente. El problema es que son iniciativas aisladas que se ahogan en medio del intenso papeleo del Congreso de la República. Podrían fortalecerse si se coordinara más estrecha e inteligentemente con el mismo Tambogrande, pero no tratando de recargar más la agenda del alcalde Francisco Ojeda, sino estableciendo una entidad de contacto con la suficiente autonomía y competencia para tomar decisiones en tiempo real, aprovechando que nuevamente que Internet está al alcance de los ciudadanos de esa zona.
El Gobierno de Toledo ha demostrado no tener capacidad para negociar con eficacia, por esto el país ha sido declarado en estado de emergencia, propulsado además por la intolerancia de ciertos sindicatos con infiltración sendero-montesinista.
El estado de emergencia ha anulado los pocos ánimos de celebrar el primer aniversario de la consulta, a pesar de la orden del alcalde Ojeda. Pero el estado de emergencia también puede ser un arma a favor de Tambogrande, pues imposibilitaría los talleres y audiencia que Manhattan debe desarrollar a partir de este mes, debido a que uno de los derechos suspendidos es el de libre tránsito y reunión.
Y antes de que la empresa mueva un dedo, la resistencia debería presionar inteligentemente a que este propósito no llegue a cumplirse, de lo contrario estaría violando la ley por enésima vez.
No es tarde, tampoco, para elevar la bandera del 93 por ciento por el NO, que ha servido de ejemplo para otros lugares de América Latina, como Esquel, Argentina.
Si este resultado se complementa con las nacientes resistencias antimineras en los Andes de Piura, donde las empresas Newmont y Buenaventura tienen intereses, más las propuestas congresales, puede demostrarse que el supuesto capricho de oponerse a la minería es en realidad un imperativo basado en proteger un modelo de desarrollo regional.
Las palabras y las frases bonitas son el alimento del viento; las acciones son el alimento de las victorias. Y Tambogrande ha demostrado que eso es posible.
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LINKS RELACIONADOS
Foro público "Tambogrande y sus alternativas" (pueden descargarse las ponencias presentadas)
Ministerio de Energía y Minas - República del Perú