1 2 P o e t a s C h u b u t e n s e s Por Sergio Pravaz especial para Nuestros Artistas
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MARGARITA SCANDROGLIO (Poeta - 1946)
Ganó el Quijote de Plata en la Provincia de Santa Fe entre 1700 participantes;
fue faja de Honor de la Asociación Argentina de Escritores; mereció una
distinción internacional por su ensayo "Las enfermedades del
escritor" en la Universidad Nacional de Córdoba; ganó el Primer Premio
Consagración del Poema Ilustrado de Perito Moreno en Santa Cruz. Esta poeta
nacida en Entre Ríos ha desarrollado a lo largo de su obra un temperamento que
se encuentra firmemente sostenido por la síntesis como elemento central de su
trabajo. El tono confesional, la austeridad en las palabras y la economía de
recursos marcan un estilo desnudo, un trazo vital que pone en movimiento la
ocupación de todos los espacios del verso a la vez que revalida sin atenuantes
el carácter decisivo de la escases como medio para comunicar la inmensidad, lo
breve para descifrar lo extenso, la parte para manifestar el todo. Una
definición real y un estilo particularísimo que se asemeja a un documento del
inconciente, del yo interno, del alma. Su irrupción hacia este lado del espejo
alborota voces que definen precisas, su tensión y su tono desde la autenticidad
de un lenguaje que no cesa en su afán por matar su minotauro. Obra: "Yo
mañana madrugo buenas noches" (1987); "Muñecos de aserrín que dicen
donde" (1989); "Quiero saber quien es la desertora" (1990);
"Sin esperar el último recreo" (1992); "Máscaras y
Finales" (1995). "La sexta palabra" (de próxima aparición).
OPUESTOS
Que es un candelabro
sin luz.
Un extraño
que no entiende de traiciones.
Un ademán
absurdo de las sombras.
CASI ORACION
Seguiré recreando las palabras
por la oración que no recé
y por los soles que no ví.
Por la vergüenza de la confesión,
por el amor imposible que no dejó su esperma,
por lograr evadirme del silencio.
En pie de guerra declaro a la palabra
EXPERIENCIA
Tuve tanta sed
que se quebró la voz
en mi palabra.
Desde entonces
mis manos
supieron
que mendigar también
es tenebroso
y mis ojos descubrieron
la fatiga de las miradas
sin respuesta.
PADRE
Quiero dormirme y temo
a las sombras que proyectan las velas.
Hace frío
y no hay mantas,
la palma de tu mano
en mis mejillas.
Caminemos
por el sendero largo
que atravesó la niña.
Padre,
no es tarde, todavía.
DESEQUILIBRIO
Avísame
para acostumbrarme a tu despedida,
para que a los viejos pinos
no los azote el viento,
y no huyan los pájaros
sombríos
del jardín
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